Los Vampiros en la Oficina

No tienen colmillos afilados y no se les puede matar con una bala de plata al corazón, pero los vampiros organizacionales existen y son muy dañinos.

Como las serpientes venenosas, no pueden dejar de ser lo que son.  Son como niños pequeños que no son conscientes de sus actos y demuestran inmadurez emocional. Tratar de hacerles ver lo que hacen es por gusto.  Si son confrontados con las consecuencias de sus actos lo negarán con reacciones violentas o se  resentirán con la persona que trate de hacerlo.

La mayoría de las personas dedican horas a hablar de cada una sus acciones, lamentándose del daño recibido por ellos mismos o por terceros.   Ese tiempo podría dedicarse a tareas más productivas.  Sin saberlo, los vampiros chupan lo más valioso de una organización: su tiempo, su energía, su alegría, sus ganas de hacer las cosas.  

Si tienes la autoridad para separarlos de la organización, no dudes en hacerlo.  Pero si no la tienes tendrás que cuidarte de ellos.  Primero acepta que no los vas a cambiar así que no queda otra cosa que torearlos.  Anticipa  sus acciones para que estés fuera de su camino o te aisles del daño que te pueden hacer.  Tienes que evitar las reacciones instintivas y tomar distancia emocional.  No dejes expuesta la yugular.

Albert Bernstein ha escrito un libro sobre los vampiros en la oficina y ofrece las siguientes sugerencias para protegernos de ellos:

No les contestes!  Los vampiros viven de las reacciones emocionales.  No los alimentes con las tuyas.

Gana tiempo.  Por su baja empatía, ellos esperan que las reacciones sigan patrones definidos.  Como hace un psicólogo, toma distancia emocional.  Cuando te enfrentes con ellos has preguntas abiertas como "¿Me puedes explicar un poco mejor lo que quieres decir?" o diles que necesitas más tiempo para pensar en el tema.

Mantente enfocado en tu objetivo.  No caigas en la trampa de gastar energías en tratar de cambiarlos o hacerles ver su error.   Tu reto es darles la vuelta para lograr lo que tienes que hacer sin que te hagan daño.

Cuando los vampiros tienen cargos ejecutivos son extremadamente dañinos.  Si tu eres su par tendrás que estar muy alerta y usar tus mejores armas para evitar daños no sólo a tí sino también a la gente a tu cargo.  No lograrás ganar todas las batallas y tendrás que elegir cuáles peleas y cuáles dejas pasar, pero tu gente depende de tu capacidad de ganar la mayoría para minimizar la desmotivación que sus actos generan.   Y cuidado con quién hablas: los vampiros suelen tener aliados.

Los vampiros organizacionales de nivel ejecutivo vienen en versión masculina y femenina.

El Dictador

Hacen imponer su punto de vista sin escuchar a los demás.  Maltratan y pasan por encima de la gente.  Si no estás con él, estás contra él.  Y estar con él requiere estar permanentemente atento porque por la más pequeña crítica puedes perder su confianza.  Sus supervisados dedican mucha energía a cuidarse de lo que dicen.  

Son tercos y no trabajan en equipo.  Desprecian las competencias "blandas" orientadas a las personas ya que las ven como una debilidad.  Suelen tener una persona de mucha confianza a su lado: un fiel escudero.

La Dama de Hierro

La versión femenina del Dictador.  Aunque eficaces en su trabajo, son frías y distantes.  Por más esfuerzos que hagan sus subalternos, nunca llegan a satisfacer sus expectativas.   Desconfiadas de los demás, llegan al extremo de pensar que cuando alguien falla en una tarea es por una razón personal. Las mujeres a su cargo son las que más sufren con ellas, sobretodo las que más se desviven por complacerla.  Con el tiempo, su mejor gente se va pero luego de dejar parte de su alma en el camino.

En el fondo, los dictadores esconden una gran inseguridad y tienen pánico de ser descubiertos.  Y debajo de su fría coraza las damas de hierro son mujeres que sufren porque no saben recibir ni dar cariño.    Pero no es tu lugar convertirte en su psicólogo.   Enfócate en tu trabajo y cuida a la gente a tu cargo.  Si puedes, has tu mejor esfuerzo para que sean separados de la organización.

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