A mi imagen y semejanza

La empatía (del griego "emocionarse") es la capacidad entender o solidarizarse con el estado del ánimo del otro.  

A nivel analítico entendemos que todos somos diferentes, pero cuando actuamos guiados por nuestras emociones tendemos a ver a los demás como réplicas nuestras con empaques diferentes.

 

En un líder este error es muy delicado.  Los más enérgicos y confiados en sí mismos tienen la curva de aprendizaje más empinada y la más larga.  Les costará mucho (quizás toda su carrera) convencerse que todos no son cómo él.  Un síntoma de una baja empatía es la tendencia al sarcasmo.
El momento más crítico con esta incapacidad es cuando un gerente hace una llamada de atención a su subalterno expresando su cólera.  Un feedback violento puede ser producto de la frustación de sentir que ellos no lo han hecho como uno les dijo, que en el fondo refleja la forma como uno enfrentaría la tarea.  O que no le han dado la prioridad que uno le daría.

Los líderes autoexigentes y workaholics creen que todos son como ellos.  A los gerentes con baja empatía les será muy difícil aceptar que la mayoría de personas trabaja para vivir y no al revés.

 

Con el tiempo se irá estrellando contra las paredes: generando llantos o resentimientos notorios, recibiendo una renuncia de una persona recia que llegó a su límite o en la evaluación 360 recibiendo un descontento generalizado de su equipo.

 

La empatía es la base de la capacidad de establecer relaciones de confianza.  Los líderes que no la tengan deben buscar ayuda para trabajar esta competencia.